LA FAMILIA DE AGENCIAS DE VIAJE.....

La familia turística lleva con más sobresalto que resignación la alarmante e incierta situación que vive nuestra industria. La travesía de la crisis se le está haciendo muy dura y larga a muchos profesionales. La angustia está apareciendo en algunos de ellos ante la impotencia y la inquietud generada por el maldito virus y los desdichados políticos que nos gobiernan, de norte a sur y de este a oeste. La realidad es, nos guste o no, triste y desesperanzadora. Cuando hablamos de profesionales no nos referimos a los ejecutivos de élite y a los empresarios de renombre, que también, sino a la extensa lista de miembros de pequeñas y medianas empresas del amplísimo mundo del Turismo español. ¿Qué va a ser de ellos, de los que viven sin apenas recursos, con lo justo, hasta que se empiece a ver la luz del profundo e inhóspito túnel socioeconómico y sociopolitico por el que transitamos? Días de ajo y agua y sin candil que nos ilumine. Una buena parte de los miembros de nuestra clase turística saldrá adelante, seguro, pero con un coste emocional muy elevado. Y los habrá, en otra porción grande, que no podrán hacer frente al tsunami que nos abate. Contar o comentar lo contrario, cuando prácticamente la totalidad se halla con el agua al cuello, sería mentir o tomarles el pelo. Hay que afrontar esta tremenda coyuntura con optimismo, qué duda cabe, y con alegría, pero sin autoengaños. Con unas autoridades ineptas y en muchos casos malas personas, con unos altos dirigentes empresariales desunidos, con unas asociaciones inicuas, con un horizonte económico desolador, con unos cambios y fusiones que llevarán consigo una metamorfosis profunda del Sector, con una convivencia española maltrecha, no podemos aferrarnos al recurrente “saldremos fortalecidos”. La resistencia se nos está atragantado, pero no queda otra. Dicho lo cual, ánimos para todos, para los menos fuertes y para los más vigorosos. Luchar y sufrir es nuestro sino de aquí a la recuperación. Mientras llega, y cada uno a su manera, gocen de la vida, que de pronto el tiempo se nos va y disfruten lo que tienen, que cuando nos vayamos no nos llevaremos “na”. Dicho lo cual, hay que gozarla.